He cogido un trozo de papel en blanco, he escrito en él un destino al que me gustaría ir y he doblado el papel. A continuación he cerrado los ojos.
El destino al que quiero ir es singular pues no se encuentra en ninguna agencia de viajes. No está en ningún mapa y nadie sabe de su existencia. Es un destino especial. El destino de mi viaje es ese en el que las personas son personas y no títeres de un mundo en el que solo importa la apariencia y la fachada. En mi destino las únicas reglas permitidas no son reglas sino principios. Puedes respirar y sentir que lo que llena tus pulmones no es aire sino vida, que no oyes sino que escuchas y que no ves sino que miras.
Allí una palabra de disculpa realmente cierra heridas. No hay sitio para el rencor. En mi destino no existe el yo, existe el nosotros. El “puede ser” se convierte en “será” y el “mañana” se convierte en “hoy”. Las personas mayores son personas, no cargas. Son sabiduría, no torpeza.
En los días de lluvia no corres cuando el agua te cala. Valoras el olor a tierra mojada y a hierba recién cortada. Valoras el sonido de un te quiero, la ternura de una caricia y el calor de un beso.
En mi destino los sueños se vuelven reales, los miedos se vuelven corajes y las dudas se vuelven certezas. Los cobardes se convierten en valientes y derriban aquellos muros que construyeron para no ver la realidad.
Se te valora por quién eres no por lo que tienes. Las promesas del pasado se cumplen en el mañana y las oportunidades perdidas son nuevas oportunidades.
No hay sitio para la tristeza ni la desesperanza. Las barreras se saltan y no hay caminos divergentes. La lejanía se vuelve cercanía y lo oscuro se vuelve claro.
En mi destino, siempre sale el sol.
Abro los ojos y veo cómo mi trozo de papel está en blanco. La razón es muy sencilla: necesitaba conocer aquellos detalles que harían de mi destino un lugar especial y ahora ya sé donde quiero ir. Ahora ya sé qué destino elegir. El mundo en el que vivimos es el mismo para todos pero no por ello debemos resignarnos. Tú puedes cambiar tu mundo. Tú puedes cambiar tu destino. Así que coge tu trozo de papel y escribe aquellas cosas que son imprescindibles en tu vida. Yo ya he empezado a escribir el mío.